Las alfombras bereberes no son sólo una pasión profesional; son la esencia misma de nuestra existencia. Respiramos al ritmo del tejido, cada fibra de nuestra vida está entrelazada con estas preciosas telas. Fue durante la búsqueda de estas alfombras cuando nuestros destinos se unieron, fundiéndose en un amor tan poderoso que nos llevó al altar. De esta unión nació Bill, un niño acunado por la misma pasión que nos impulsa. La alfombra bereber no sólo está bajo nuestros pies, sino que late en armonía con nuestros corazones. Nadie puede igualar nuestra devoción por ella.
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